Da la nada tendremos que extraer nuestra energía,
de la noche arrancaremos el sol
Del vacío vendrá siempre renovada
tu mirada tierna el canto de la tierra en silenciosos frutos
En horizontes resplandecientes
el verano alzará su cabeza de toro
Cuando la muerte nos reduzca a polvo
aún levantaremos un girasol de polen y abejas
Desde el abismo que separa a los amantes
volveremos aún
a sellar un abrazo
bajo la gloria del mundo
En harapos, perseguidos
sin pan en tierra extraña
danzaremos triunfantes
en el pulmón de estrellas
de un millón de años luz
De la nada vendrá tu sonrisa
De mi terrible soledad
Sacaré aún
todo el amor
Y beberemos el néctar de todos los frutos
la pasión de todos los besos
Penetraremos
en la pupila original del universo
convertidos en madre
y transformados en hija
Habiendo sido derrotados
caeremos riendo
sobre un estero transparente
en la mañana de un nuevo abril
Habiendo envejecido
veremos reflejado nuestro rostro
de niño en nietos y bisnietos
en multitudes de dulzura y cantos
Renaceremos contra nuestra propia voluntad de morir,
renaceremos contra nuestro deseo de estar solos
Estaremos desnudos
Abrazados confundidos
en un torbellino de caricias
Aun en medio de la desolación
Viviremos
En el asfalto, resquebrajado,
estallarán los geranios
En medio del abandono
en la muerte interior, exilados del Paraíso
resurgiremos en éxtasis
Aun entre las bombas,
en el vesánico huracán de estupidez
renaceremos, lúcidos y bondadosos
Murió nuestra esperanza, sólo nos resta la vida
Viviremos a pesar de nosotros mismos
con el último gesto de ternura
renaceremos triunfantes
puros e iluminados.
Rolando Toro
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